Después de esa tormenta
eterna
Ni una luz.. Ni del más
lejano amanecer se asomaba
Y cubierta, envuelta en
lágrimas otra vez
Otra nube gris
Otra gran tristeza para
este corazón
Que no aprende y no se
cansa de juntar dolor
Simplemente un extraño…
Un desconocido
Un enigmático personaje
Que me devolvió el
respiro al cuerpo
Volvió a centrar mi
cabeza
A Acomodar mis
recuerdos
Le dio fuerzas a mi
espíritu
En menos de un
segundo
ese noble hombre sabio
como el roble, desconocido
calmo el dolor de mi
alma, comprendió el dolor de mi cuerpo en ese instante, contuvo mi pena
Pude cerrar los ojos,
calmar las aguas rebeldes, los temblores y con repetir sus palabras una
vez
Supe , que estaba en
paz otra vez, que mi pena, mi angustia no era en vano... por ella.
Que éramos dos,
distintos y lejanos, con ese dolor, con esa pena compartida en ese instante y
como el fuego al renacer devora todo, como cuando la tierra se quiebra
y el mar domina
la costa
Tendríamos que ser
igual de intensos, de fuertes...
en los momentos mas dificiles , inesperados
Arrebatadores, ladrones
del dolor ajeno
Cultivar en ese dolor
una esperanza
y crecer con ella.. para
ayudarla..
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